En tiempos inciertos, más que recomendable, plantear escenarios

Es cierto que un cerebro más desarrollado es fundamental, pero, como dice Yuval Noah Harari en su magnífico libro "Sapiens, "De animales a dioses", más desarrollado lo tenían los Neandertales, eran más fornidos y aguantaban mejor las bajas temperaturas en Europa, pero, fueron superados por el Homo Sapiens, es decir, nosotros, debido fundamentalmente a que fuimos capaces de colaborar, por miles, con extraños de la misma especie.  

Esto supone, visto con perspectiva, ser optimista de cara al futuro. 

¿Y qué podemos hacer? . Tanto a nivel individual como desde el punto de vista empresarial, plantear posibles escenarios que se puedan llegar a dar. Desde lo más probable a lo más improbable. 

La mente humana, y las empresas por extensión, rebajan su nivel de tensión cuando "abocetan" los escenarios con los que se pueden enfrentar en el futuro. Darles forma e imaginar cómo pueden llegar a ser esos futuros, esos escenarios a corto, medio y largo plazo, facilitarán que podamos salir airosos como empresa y como individuos de las "aguas procelosas" que se avecinan. 

A nivel individual, hay un estudio británico que señala que, tan solo, 1 de cada 10 personas alcanzan su objetivo. Lo mismo sucede con las empresas. Las que lo consiguen son aquellas que han definido con bastante aproximación esas realidades imaginadas.

La historia nos muestra múltiples ejemplos, pero, me gustaría centrarme en una historia poco conocida. Un reto que nunca  antes se había acometido y que tuvo como protagonistas a un grupo de españoles que, ante un escenario sanitario mucho más grave que el que padecemos, se propuso derrotar a la viruela, pero no en España, sino en todos los territorios que abarcaba la corona española a principios del siglo XIX y que suponía dar la vuelta al mundo en la que se dio en llamar "Real Expedición Filantrópica de la Vacuna". 

El "reto empresarial" era enorme, pero, jugaba a su favor, un rey  que ha sido muy vilipendiado, Carlos IV y unos médicos vocacionales, con las ideas muy claras y con gran capacidad organizativa, el director médico alicantino de esa expedición, Francisco Javier Balmis y el subdirector médico catalán, José Salvany. Junto a ellos, la que se tiene como la primera enfermera de ayuda internacional, la gallega Isabel Zendal . Con una apoyo sin reparos de la corona, tanto desde el punto de vista económico como logístico, durante la primavera y verano de 1803 se realizaron los preparativos de manera muy concienzuda y creativa, con un objetivo muy claro. Fueron adaptándose a las "nuevas realidades" a medida que se desarrolló la vacunación. Se comenzó con un barco y  se finalizó utilizando cinco. Lo de "sistema imaginativo" lo digo porque llevaron, a modo de vacuna, a aproximadamente 20 niños con edades comprendidas entre los 3 y los 9 años. Estos niños se seleccionaron en las inclusas de Madrid y de la Casa de Expósitos de Santiago de Compostela. 

Javier Balmis tiró de sentido común, escogiendo para la expedición, personal con formación sanitaria. Entre los escenarios que analizaron, además del sanitario, estuvo el disponer de visados porque, en esos años, Francia e Inglaterra se encontraban en guerra y, España aún era neutral. 

Gracias a esta expedición filantrópica cientos de miles de personas pudieron ser vacunadas de la viruela, comenzando la larga lucha contra la misma.

Alexander Von Humboldt escribió sobre esta gesta "Este viaje permanecerá como el más memorable de los anales de la historia"

Edward Jenner, el descubridor de la vacuna, escribió "No puedo imaginar que en los anales de la historia haya un ejemplo de filantropía más noble y más amplio que este".

Por su parte, Francisco Javier Balmis, dejó escrito "Amar y sufrir es, a la larga, la única forma de vivir con plenitud y dignidad". Todo un ejemplo que están siguiendo nuestros queridos sanitarios, pero, esta vez, sin contemplar los diferentes escenarios que se pueden dar. Nuestros gobernantes deberían aprender de un ejemplo como este.