LARGA VIDA AL MURALISMO|LOS MUROS DEL GUAYACAN

#Murales #Muralismo#LuzDeCiudad. El muralismo es una actividad que es para pocos. En la historia del arte, tuvimos muralistas como Diego Rivera, David Alfredo Siqueiros, José Clemente Orozco.

 Todos ellos mexicanos, que se encargaron de darle vida y hálito a las paredes, muros que pudieron encontrar por delante. Todos ellos con una consigna: mostrar en grandes superficies el sufrimiento de los pueblos, las imágenes cotidianas.

En Santa fe, existió el gran pintor César López Claro, que pintó grandes murales en la Escuela Brigadier López en los años 68, y en otras casas de su Azul Natal. (Provincia de Buenos Aires). 

También pintó en su casa de calle Piedras, del Barrio de Guadalupe. Podríamos nombrar también a Lausen Freyre Beñateña, el cual pintó el mural de Belgrano en Santa fe con sus tropas, en la Estación Terminal de Omnibus.

Hoy, la tradición sigue. Con otros motivos, quizás mas comprometidos con el “Pop Art”, el Animé Japonés,  con el realismo mágico, o con motivos que tienen que ver con el “Country”, pero sigue habiendo muralistas.

El Muralismo está comprometido con muchas cosas. Con el lugar, con el habitat, con la gente, con los ideales, etc. Pero el dueño debe dar su consentimiento. El trabajo del muralista es preciso, arduo, bajo el rayo del sol inclemente, frío o calor.

En esta oportunidad, quedó registrado el mural que está ubicado dentro del norte de una propiedad que actualmente es una carbonería. Las formas gauchescas nos remiten a Don Segundo Sombra, al universo mágico de Güiraldes, Don Segundo Sombra, o al mismo José Hernández, han quedado plasmadas en la pared.

Las viejas motas de polvo y moho han desaparecido. El color y las formas le dan ahora a la pared la magia que solo puede dar el arte. Un viejo muro a la intemperie, es el asombro ahora para los clientes y aún para los pájaros que a vuelo rasante, atraviesan la fronda para remontar vuelo viendo semejante espectáculo.

La magia del arte, nuevamente se ha puesto en marcha.