José Manuel Nieves

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Sociedad «Estamos al principio de algo que ni siquiera podemos imaginar

Sociedad «Estamos al principio de algo que ni siquiera podemos imaginar

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Guido Tonelli es un hombre afortunado. De hecho, son muy pocos los científicos que consiguen saborear, en vida, los frutos de décadas de trabajo y esfuerzo.

Físico experimental en el CERN (Organización Europea para la Investigación Nuclear), llevaba más de veinte años intentando «cazar» al esquivo bosón de Higgs, la última partícula prevista por el Modelo Estándar, y además la responsable de que el resto de las partículas tengan masa, lo que hace posible la existencia de materia estable en el Universo.

Como director del experimento CMS en el gran acelerador de partículas LHC, (el mayor del mundo, con una circunferencia de 27 km.), Tonelli vivió minuto a minuto las emociones de uno de los mayores hallazgos de la Física de este siglo.

Hombre tranquilo y sencillo, habla con seguridad y con una claridad cristalina de las cuestiones más complejas a las que se enfrenta la Física actual. Una claridad que también está presente en su libro «El nacimiento imperfecto de las cosas», la apasionante historia del descubrimiento del Higgs, contada en primera persona y que se ha convertido ya en un éxito editorial en Italia.

Para presentar su libro en España (editado por Lince) Guido Tonelli ha pasado unos días en Madrid. Y aquí, en la capital española y ante un buen plato de «spaguetti carbonara al tartufo», el célebre investigador mantuvo una larga conversación con ABC.

¿Qué recuerda usted del 4 de julio de 2012, día en que se anunció el hallazgo del bosón de Higgs?

Como responsable del experimento CMS, ese día estuve allí, en el CERN, disfrutando del anuncio sentado en primera fila, junto a Peter Higgs y a Fabiola Gianotti, que dirigía el experimento ATLAS. Yo llevaba desde finales de la pasada década de los ochenta tratando de encontrar el Higgs, y por eso ese día fue muy especial. Pero para mi, la emoción más grande no fue la de aquél día. El 12 de julio anunciábamos oficialmente el descubrimiento, y fue un momento muy emotivo, Peter Higgs no podía contener las lágrimas… Pero lo mejor, para mí, fue unos meses antes, cuando empezamos a ver los primeros signos de que por fin lo habíamos cazado. Aquella si que fue una emoción indescriptible.

¿Podría, a pesar de todo, tratar de describirla?

Para un científico que ha dedicado veinte años de su vida a este sueño, superando las crisis más terribles, la construcción de la máquina, los fallos, los parones, las dudas… Después de tantos años persiguiendo ese sueño, llegas a pensar que nunca va a poder realizarse. Sigues convencido, y trabajando duro, pero terminas pensando que nunca conseguirás reunir las pruebas necesarias. Yo dirigía los trabajos en el experimento CMS, uno de los cuatro grandes detectores del LHC, y hacia noviembre y diciembre de 2011, meses antes del anuncio oficial, empezamos a ver los primeros signos que lo delataban. Me reunía diariamente con el equipo para hablar de cómo iba la investigación, y recuerdo que el día de mi cumpleaños, el 8 de noviembre, dos grupos independientes, los del experimento Atlas y el nuestro, el del CMS, que generalmente no hablan entre sí, detectaron, cada uno por su cuenta y con métodos y tecnologías diferentes, un extraño pico en los datos. Nos miramos a los ojos y no podíamos creer que fuera verdad. Aún hoy se me pone la piel de gallina al recordarlo… Fue el mejor de los regalos de cumpleaños.

¿Qué hizo entonces?

Decir al equipo que intentaran destruir esa señal. Es decir, que buscaran la forma de invalidarla, que trataran de explicarla de cualquier otro modo… Los cientos de personas que trabajamos en el CMS pasamos varias semanas tratando de buscar un error o una explicación alternativa, o algo que no encajara. Piense que yo tenía la obligación de comunicar el hallazgo, e imagine lo que habría pasado si después de hacerlo se hubiera comprobado que se trataba de una simple fluctuación estadística…

¿Qué pasó luego?

Fabiola (Gianotti), en el experimento Atlas, también había detectado algo. Hablamos, comparamos, discutimos… y el 13 de diciembre de 2011, después de un mes entero tratando, sin éxito, de invalidar la señal que habíamos detectado, comparecimos juntos en un seminario interno del CERN, para anunciar que habíamos visto “algo”. Dentro de nosotros, sabíamos que era el Higgs, pero no podíamos decirlo aún públicamente por miedo a que se nos hubiera escapado algo y no se tratara más que de un error. Desde el punto de vista científico, la fecha oficial del anuncio fue la del 4 de julio de 2012, y la confirmación definitiva el día 9 de ese mismo mes.

¿Qué les dijo Peter Higgs cuando se lo comunicaron? ¿Sigue él en activo de alguna forma, pese a su edad?

No, la historia de Peter Higgs es complicada, y hace ya muchos años que dejó la actividad científica por motivos de salud. Yo tenía contacto con otro de los miembros del equipo que postuló el Higgs en 1964, Francoise Englert, que a pesar de sus 82 años se mantiene aún muy activo. A primeros de diciembre, con los primeros resultados, yo les llamé y les dije que habíamos encontrado algo, y que estuvieran preparados para el verano. Englert me dijo que en verano tenía pensado viajar a Estados Unidos y le pedí que no lo hiciera. Piense que los cinco físicos que formularon el Higgs tienen ya edades muy avanzadas. Robert Brout, por ejemplo, no llegó a verlo, porque murió en 2011… Y los demás tenían miedo de no llegar vivos hasta el verano. Fue una aventura humana, además de científica, realmente increíble.

Muchos científicos dedican su vida a investigaciones cuyos frutos no llegan a conocer. No puedo dejar de pensar que el propio Peter Higgs podría no haber sido testigo del descubrimiento del bosón que lleva su nombre…

Si, eso es algo que sucede muy a menudo. Pasas la vida tratando de demostrar algo y te mueres antes de que se consiga, sin saber siquiera si tenías razón. Admito que yo, en eso, he sido muy afortunado, porque no es corriente poder saborear los frutos de una investigación de varias décadas. Ahora estamos al principio de algo que ni siquiera podemos imaginar.

¿Quién fue, aquél 8 de noviembre de 2011, la primera persona fuera de su laboratorio a la que le contó algo?

Fue a mi mujer. Ella no sabe nada de física, pero entendió la importancia de lo que habíamos conseguido. Después de 20 años de continuas ausencias de casa, de trabajar día y noche… Me sentí en la obligación de decirle que todos esos años de esfuerzos y de sacrificios quizá, solo quizá, habían valido la pena. Estaba feliz, y lo primero que me dijo fue que a ver si ahora que ya lo habíamos descubierto pasaba algo más de tiempo en casa… De alguna forma, ella también había participado en toda esta historia.

¿Con quién más compartió el hallazgo?

La segunda persona a la que se lo conté fue a mi padre. El destino quiso que apenas una semana antes del seminario interno en el que Fabiola y yo hablamos de los primeros signos del Higgs, ingresaran a mi padre en urgencias. Se moría. Justo en esa semana tan llena de emociones maravillosas, me encontré también con una de las situaciones más dolorosas de la vida. Me avisaron a las dos de la madrugada de su ingreso, y no sabían si llegaría a la mañana siguiente. Cogí el coche y conduje a toda prisa los más de 500 km. que hay entre Ginebra y La Spezia, donde vivía mi padre, y cuando llegué lo encontré en coma y fuertemente medicado. Me acerqué a él y le cogí la mano. No sabía si me escuchaba, ni qué decirle, pero empecé a hablar con él, y a contarle lo que estaba pasando, lo nervioso que estaba por el seminario, la posibilidad de haber encontrado algo… Y de pronto me di cuenta de que estaba asintiendo con la cabeza, de que nos estábamos comunicando. Fueron apenas un par de minutos… Le dije, “papá, ¿me estás oyendo?”, y me dijo que sí. Le pregunté si tenía frío, y respondió que no. Comprendí que me estaba oyendo… Después los médicos dijeron que es posible que fuera en un momento en que el efecto de la medicación estaba bajando. De forma que tuve la oportunidad de contarle a mi padre todo lo que estaba ocurriendo, justo antes de su muerte. Fue un regalo maravilloso.

Leer el artículo completo en

http://www.abc.es/sociedad/abci-estamos-principio-algo-siquiera-podemos-imaginar-201702101757_noticia.html

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